miércoles, junio 07, 2006

Discurso Mariano Rajoy


Ayer estuvo excelso D. Mariano Rajoy cantandole las verdades del barquero al Presidente del Gobierno. Le dijo bien clarito que no contase con su apoyo, o el del PP para seguir con la ignominiosa puesta de rodillas delante de la banda asesina.

Es increible la transformación que ha sufrido en una semana. En el debate sobre el Estado de la Nación, todo el mundo señaló que había estado muy flojo. Hoy, sin embargo, ha vuelto a demostrar el carácter de gran orador que realmente es.

Hay multitud de frases a destacar de todo el discurso, por supuesto. Pero yo me quedaria con las siguientes:

Llevamos treinta y ocho años demostrando que no estamos dispuestos a conceder una sola de las exigencias de los asesinos.

Las únicas opciones que hemos ofrecido a ETA han sido siempre o la rendición o la derrota.

El Partido Popular, desde el primer momento, ha prestado un apoyo leal al Gobierno en los términos que establece el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, es decir, un apoyo para lograr la disolución de la banda armada sin que mediara ninguna clase de contrapartida.

No hemos querido quebrar la marcha de los acontecimientos porque lo único que nos importaba era saber si ETA abandonaba o no su actividad criminal y se disolvía. Eso es lo único que nos importaba, pero que nadie piense que ignorábamos lo que ocurría a nuestro alrededor.

Hemos oído, aunque el señor Rodríguez Zapatero lo negaba, que representantes del Partido Socialista y de Batasuna han celebrado reuniones secretas durante varios años

Hemos sabido, aunque el señor Rodríguez Zapatero lo ocultaba, que el alto el fuego no es definitivo, que - por el momento - ETA no desea abandonar de manera irreversible su actividad criminal, que no piensa entregar las armas y no considera la posibilidad de pedir perdón.

Hemos sabido que ETA suspendía temporalmente sus delitos porque esperaba contrapartidas políticas

Hemos sabido que los de ETA no renuncian a nada porque piensan que ellos han ganado y que hemos fracasado nosotros, los españoles, la Transición, nuestro proyecto autonómico y nuestro tenaz empeño de no ceder a las reclamaciones de los terroristas.

Hemos visto también que, desde el Gobierno, en lugar de salir al paso de estas exigencias con firmeza, se les allanaba el camino. Hemos constatado una manifiesta permisividad ante las ilegales actividades públicas de Batasuna que el Gobierno disfrazaba de ejercicio legítimo de derechos individuales. Hemos visto una deliberada determinación de la fiscalía para no apreciar delitos en la conducta de los investidos como interlocutores indispensables. Hemos visto que en Batasuna presumen de haber neutralizado a los jueces y ahora reclaman que se neutralice la Audiencia Nacional; en una palabra, el Estado de Derecho.

Ante el silencio, y las numerosas críticas que ha recibido por su silencio. Señorías ¿cuál es la respuesta que he recibido? Ninguna. Peor aún: sin que medien cambios en la situación, sin que ETA haya abandonado las armas, nos enteramos gracias a que no estamos sordos, de que el Partido Socialista, en cumplimiento de compromisos adquiridos, se propone iniciar sus conversaciones con Batasuna. Se ha dicho, ofendiendo a la inteligencia de los españoles, que no se trata de una negociación política sino de un ejercicio altruista de catequesis democrática.

Ya sé que aquí se gobierna como sea, sin considerar las consecuencias, pero yo estoy obligado a medirlas. Estamos hablando, ni más ni menos que de la legalización de hecho de Batasuna, de su reconocimiento como interlocutor válido, es decir, de compartir con ETA el diseño del futuro de España y del País Vasco. Ni más ni menos, señorías. No me vengan con subterfugios. No me digan que ETA y Batasuna no son lo mismo ni me cuenten que los socialistas vascos toman iniciativas por su cuenta. En esa mesa se van a sentar, los apoderados de ETA y del señor Rodríguez Zapatero.

Mientras esta ignominia no se rectifique, entenderemos que el señor Rodríguez Zapatero desea arruinar toda posibilidad de entendimiento con el Partido Popular. En consecuencia, el Partido Popular, que no puede permanecer impasible ante hechos de esta naturaleza, rompe toda relación con el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero, le retira el apoyo que venía prestándole y pondrá todo su empeño en que no se consume lo que consideramos un grave atentado contra el orden jurídico, la legalidad democrática, el Estado de Derecho y la seguridad de los españoles.

No aceptamos que ETA reciba ninguna contrapartida política. ¿A qué llamamos contrapartidas políticas? En estos tiempos que corren, conviene señorías que precisemos el alcance de todos los términos. Llamamos contrapartida a cualquier cosa que solicite ETA: desde la pasividad del fiscal hasta la independencia.

Hasta ahora, todos los gobiernos democráticos enfrentados a situaciones semejantes, le han explicado a ETA que debe abandonar las armas, que no recibirá ninguna contrapartida a cambio de dicho abandono, y que ninguna de sus reclamaciones políticas será atendida por ningún gobierno español. Así ha sido hasta ahora.

Las víctimas encarnan el precio que hemos pagado por no ceder a ETA. Su dolor no es fruto de un accidente. Sufren porque los españoles hemos decidido mantener una postura política digna frente a los asesinos. Ellos han pagado en nombre de todos nosotros y tienen derecho a exigir que no se devalúe su sacrificio ni se les hurte la justicia ni se les arrincone en el olvido.

Antes de que el Gobierno tome ninguna iniciativa, es preciso constatar la disolución de la banda, como prometió el señor Rodríguez Zapatero el primer día. Esta noticia no la hemos recibido todavía y, mientras no la recibamos, ni el Gobierno ni el Partido Socialista están legitimados para tomar ninguna decisión sobre la banda. Mientras ETA no desista, cualquier atención que reciba, cualquier favor que se le haga, cualquier concesión que se le otorgue, no se puede entender más que como una claudicación.

Señorías, todos deseamos vivir en paz, pero no a cualquier precio. Los españoles, que han conservado siempre la cabeza erguida ante ETA, que no han retrocedido jamás ante el terror; que han sabido convivir con el sufrimiento y enterrar a las víctimas con orgullo; que han salvado su dignidad individual y colectiva, pueden aceptar, y han aceptado siempre, que se hable con los asesinos para saber si están dispuestos a dejar las armas... y para nada más.

Lo que los españoles no aceptan ni aceptarán, es que se premie a los verdugos, que se les dé la razón, que se les sacrifiquen las víctimas, que se les entregue la libertad de los habitantes del País Vasco, que se pongan a su servicio las instituciones de la democracia. ¡Eso, señorías, jamás!




Se me han puesto los pelos de punta, y es que cuando el mejor orador del hemiciclo coje el toro por los cuernos, no hay quien lo detenga.

Los Disidentes


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