lunes, agosto 28, 2006

Gustavo de Aristegui, el infiel

Hace un par de días llegó esta noticia a Occidente Liberal, y la verdad es que produce sonrojo, como poco, y un cabreo monumental, como mucho, que desde el Gobierno se siga estando más al lado de gente que le ha señalado con el dedo, que le ha enviado cartas deseando su muerte, que de la posición neutral que ha caracterizado a España a lo largo del tiempo.

Viene escrita por Sancho Michell de Diego, editor de periodista digital, amen de otra serie de funciones

Es inevitable tener que dedicar mi modesta tribuna semanal a mi compañero de Periodista Digital y del Partido Popular, Gustavo de Arístegui. Este diplomático de carrera, especialista en el mundo islámico, privilegiado intelectual y gran político, nunca se ha caracterizado precisamente por su radicalismo o extremismo hacia el Islam. Arístegui ha sabido siempre diferenciar entre Islam y terrorismo islámico.

Hace unos días Yusuf Fernández ha tenido la poca vergüenza de señalarle con el dedo, reprochándole su “islamofobia”, tras una conferencia pronunciada por el manchego, en la cual afirmó que los islamistas radicales suponen “una minoría entre los 27 millones de creyentes del Islam que viven en Europa”. A partir de ahí, el diputado del PP ha recibido un torrente de amenazas de muerte de quienes hacen del fundamentalismo su única forma de vida. Y como Gustavo Arístegui lo que es es un infiel, pues ha de ser castigado por ello.

En España, los conversos al Islam niegan rotundamente a los demás musulmanes la posibilidad de occidentalizarse. Esta gentuza no ha hecho sino pasar del comunismo al Islam, en su búsqueda de una nueva forma de combatir a Occidente y a la democracia liberal. Durante siglos, la Humanidad ha tenido que hacer frente a fascistas, nazis y comunistas para no perecer; el islamismo es ahora el enemigo, un enemigo que nos ve al resto como infieles con dos alternativas: someternos a sus ideas fanáticas o darnos por vencidos.

Hay una cosa que es evidente, y es que la cultura tiene una única función puesta al servicio del hombre, esto es, dotarle de los mejores mecanismos para sobrevivir. Un dato incuestionable es que la emigración se produce, casi en su totalidad, desde los países musulmanes a los occidentales, y no al contrario. Esto quiere decir, si no me equivoco, que occidente sirve con mayor solvencia a las necesidades de las personas, vengan de donde vengan.

Quienes califican de “islamofobia” las críticas al Islam, aquellos que no son capaces de diferenciar la confrontación de ideas con la estigmatización de los creyentes por el mero hecho de serlo, no supone sino negar la posibilidad a los musulmanes de adoptar una cultura que no requiere un cambio de religión, de ideas y de creencias, como ocurre en occidente, por mucho que se exija algo evidente: el respeto a los pensamientos de los demás.

Los Disidentes


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