domingo, abril 20, 2008

Fins aviat, Catalunya

Quería despedirme de alguna forma de Cataluña, que es la comunidad en la que ahora mismo me encuentro y en la que me quedan unos días como residente. He estado aquí durante más de un año, trabajando y viviendo, que no es poco. Nunca es suficiente para conocer completamente cualquier lugar y a sus gentes. Pero ha sido una experiencia enriquecedora. Desde el resto de España se ve a esta región como a un territorio cuyos ciudadanos dicen no ser España y que tienen los bolsillos llenos del dinero que roban a los castellanos, extremeños, andaluces,etc. Falso. Me atrevo a decir que no son tantos los que no se consideran española, tanto como digo que el pueblo catalán tiene un sentimiento de grupo diferente al resto de las comunidades que he conocido. Un catalán se siente catalán y punto, no se plantea si de La Garrotxa, del Vallés, o de Osona. Sin embargo en otras comunidades, como en Castilla y León, donde el de León es leonés y olvidate tú de Castilla, o donde Burgos se arroga ser la cuna de Castilla mientrás Valladolid es envidiada por las provincias más pobres, no tenemos ese sentimiento. Eso ya hace a los catalanes diferentes. Tener una lengua propia es otra diferencia, forma parte de su ser más íntimo. Pero no la utilizan de forma ofensivamente para que los demás no la hable como muchos malintencionadamente acusan. Y , desde luego, en Cataluña el dinero no sobra en ningún casa de clase media.

Son tópicos. Y son tópicos dañinos, en tanto en cuanto hay gente dispuesta a creerlos a pies juntillas, y a difundirlos sin ningún conocimiento de causa. Tampoco son gente cerrada. Son distintos. Pero es que un andaluz también es distinto a un gallego. Eso no significa que obligatoriamente tengan que ser otro Estado, Nación, País o la denominación que el político de turno quiera meter como etiqueta.

Evidentemente, como en todas partes, hay mucho político triste y lamentable. Existen no pocos dirigentes y personalidades públicas que quieren aprovecharse de este sentimiento catalán en beneficio de las siglas que los amparan y de las premisas y consignas que no dejan de repetir porque, tal vez, a ellos se las repitieron de pequeños. El otro día me dijo una compañera de trabajo que yo soy anti-catalán. Pues no, para nada. Al contrario, ahora que me voy puedo decir que me llevo mucho bueno y casi nada malo de aquí, exceptuando el agujero en la “butxaca”. No es bueno ser anti-nada , salvo en ocasiones, y creo que ser anti-nacionalista no es algo que sea malo ni pernicioso. Ir en contra de ideologías que se basan en cuestiones puramente etéreas y lo que pretenden es malversar con la identidad de las personas que conforman un determinado territorio, excluyendo no sólo a los que no estan ligadas al mismo,según unos criterios arbitrarios que una oligarquía partidista marca, sino también a aquella mayoría de personas que son de tal territorio porque no “se sienten” Nación.

No sé que es sentirse Nación. Yo por la mañana me levanto y me siento con sueño si he dormido mal. si el agua está demasiado caliente siento calor. Si me sonrien siento calidez. Si me tienden la mano siento gratitud. Si estoy con mis amigos me siento bien. Y si el ordenador me deja colgado a la mitad de un texto me siento cabreado. Pero yo no me siento Nación nunca. Me siento persona, y me siento orgulloso de muchas cosas. Las puramente íntimas y las que comparto con mis semejantes. Y evidentemente me siento dentro de un colectivo como es mi ciudad, como es mi país, que para mi es España, y que como dice la tan manoseada Constitución es la única Nación. Pero yo no estoy orgulloso de haber nacido en España. ¿Por qué habría de sentirme orgulloso de haber nacido en una mera ubicación geográfica? ¿He de sentirme orgulloso del hospital donde nací también? ¿Por qué? ¿Por qué con más o menos vinculación me ha tocado en suerte nacer y vivir en España? Es algo que me agrada, que me alegra y que agradezco. Pero no es algo de lo que pueda sentirme orgulloso, puesto que no es algo en cuya formación haya intervenido.

Me siento orgulloso de otras cosas, de mi familia, de mis amigos porque los he escogido yo, de haber terminado la carrera, etc. También me siento muy orgulloso de mis valores, creencias e ideas. Y uno de los motivos por los que me siento orgulloso es porque estas no excluyen a nadie. ¿Puede decir eso un nacionalista? ¿Puede estar un convencido nacionalista, ya sea de donde sea, aclaro, orgulloso de pensar que su territorio es lo más de lo más y que sus paisanos son los mejores porque han nacido en su misma porción de Universo? Porque si está orgulloso, apaga y vámonos. Bueno, mejor no. Mejor no apagamos. Ya nos iremos cuando nos toque, porque Cataluña merece la pena, porque merece la pena que Cataluña no se auto-margine respecto del resto de España.

Yo ahora me voy porque toca, por diversos motivos. Ahora que es cuando mi adormecida vocación política empieza a despertar. Pero no me iré sin antes ejercitar mi derecho al voto en la elección de compromisarios por Girona en el Congreso Nacional del Partido Popular. Porque quiero, que aunque yo me vaya, mis compañeros sigan trabajando por una idea en la que creo, por unas formas de hacer política y de hacer Estado de las que si me siento orgulloso porque las he escogido yo y porque creo que son las correctas. Quiero que con mi pequeño voto, con mi pequeña gota de agua, el Congreso sea un éxito. Quiero que mi X en la papeleta vaya para los nombres de aquellos que me garantizan un apoyo sin fisuras a Mariano Rajoy. Creo que el rumbo que Rajoy puede imprimirle a un partido compacto y unido, con una autoridad basada en el consenso, como siempre se ha caracterizado el Partido Popular.

Y por ello el lunes pasaré a votar. Y si necesita algo más de mi el partido no sólo lo haré si no que me sentiré orgulloso. Porque es algo que realmente he elegido, algo en lo que yo creo, no por haber nacido aquí o allí, sino porque soy lo que soy y no donde estoy. Kennedy en su día dijo, en Berlín, su famosa frase “Yo soy un berlinés” . Pues bien, en este domingo que empieza creo que me puede “Yo tengo un poquitín de catalán” . Porque todo se pega, y espero llevarme algo de todo lo mucho bueno.

Por eso en estas últimas frases aprovecho para cambiar el título de este post, el primero del blog, para cambiar el “adeu, Catalunya, adeu” un sentido “fins aviat, Catalunya” , hasta pronto Cataluña, tus costas, tus montañas y tus gentes me han regalado vistas y sentimientos que nunca olvidaré.

La semana que mañana empieza es una semana de despedidas,. De hecho en pocas horas he de coger un tren para despedirme de otros amigos funcionarios destinados en Barcelona. Creo que a nadie le gustan las despedidas. Y menos cuando sabes que te despides de mucha gente a la que aprecias y estimas para siempre, que vuestros caminos se cruzaron y que ya nunca volverán a unirse. Mi grupo de amistades en Cataluña es un grupo formado por funcionarios de aquí y de allá. Puede que no tarde mucho en dejarme caer por aquí pero, igual que yo me voy ahora a mi añorada y deseada tierra, ellos se irán a la suya y probablemente no estén cuando pase por aquí. Aún así, no todas las despedidas son tristes, creo que estas serán alegres, aunque se me caiga alguna lagrimilla.

¡Fins aviat, Catalunya!



Los Disidentes


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